En los últimos años, el interés científico por la vitamina D ha aumentado considerablemente, impulsado por el reconocimiento de sus funciones más allá del sistema esquelético. A pesar de ello, persiste una evidencia limitada que respalde la eficacia de su suplementación universal en la población pediátrica. Las recomendaciones clínicas, por su parte, han mostrado escasa evolución en la última década. Guías como las de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN, por sus siglas en inglés) no han sido actualizadas desde 2012 y 2013, respectivamente, lo cual evidencia la controversia. . .
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