Se ha publicado recientemente en la revista Obesity, una revisión sobre las asociaciones entre la interrupción circadiana y el riesgo de desarrollar enfermedades cardiometabólicas.
A continuación, os mostramos un resumen de esta revisión que han elaborado estos autores. La autoría original de esta publicación corresponde a Velarie Ansu Baidoo y Kristen L. Knutson.
Para comenzar
Los ritmos circadianos, también denominados relojes biológicos, son reguladores endógenos en células u organismos responsables de coordinar actividades fisiológicas y conductuales, lo que permite que los organismos se adapten a un entorno cambiante dentro de un ciclo de 24 horas. Los ritmos de estos procesos están controlados por “relojes” internos, con un reloj central ubicado en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo en el cerebro, que sirve como conductor de los relojes que se encuentran en casi todos los tejidos del cuerpo. Mantener la sincronía es clave para una salud óptima, y esto incluye la coordinación entre nuestros relojes internos y el exterior. Nuestros ritmos internos están sincronizados con el exterior principalmente, a través de señales de luz que llegan al núcleo supraquiasmático a través del ojo. Sin embargo, los relojes periféricos también se pueden sincronizar a través de otras señales, incluida la alimentación o el ayuno. Por lo tanto, algunos hábitos como la interrupción crónica del ritmo circadiano (por ejemplo, el trabajo en turnos nocturnos), el horario de sueño tardío o irregular o el patrón de las comidas, podría contribuir a los efectos perjudiciales relacionados con un incremento de enfermedades crónicas, entre las que destacarían las enfermedades cardiovasculares (ECV), el cáncer y la diabetes.
Objetivo
Esta revisión examina estudios para evaluar las asociaciones entre la interrupción circadiana y el riesgo de ECV.
Metodología
En esta revisión los autores realizaron búsquedas en las bases de datos de MEDLINE (PubMed) y Web Of Science para recopilar estudios relevantes publicados desde 2012 al 2022.
El contenido de esta revisión
Las personas que trabajan por turnos presentan horarios matutinos, nocturnos, rotativos y/o vespertinos. El trabajo por turnos altera el ciclo normal del sueño y de la vigilia debido a que estos trabajadores a menudo tienen que dormir durante el día, lo que interrumpe los ritmos circadianos. Por consiguiente, estas circunstancias incrementan el riesgo de enfermedades crónicas. Los trabajadores por turnos a menudo presentan una exposición a la luz natural menor. La interrupción del ritmo circadiano asociada con el trabajo por turnos es un factor de riesgo de desarrollar ECV, diabetes, obesidad, hipertensión, trastornos del sueño y alteraciones metabólicas. Los niveles de presión arterial y los ritmos diurnos juegan un papel importante en la salud cardiovascular. La dieta y el sueño están relacionados, y son dos factores fundamentales en las ECV. En general, los trabajadores de turnos nocturnos, suelen presentar patrones dietéticos caracterizados por el consumo de alimentos y nutrientes menos saludables, como refrescos y grasas saturadas. El trabajo por turnos puede contribuir a cambios en el horario de las comidas, comer durante todo el día y saltarse comidas que pueden afectar a las hormonas reguladoras del apetito. Este hecho podría conducir a un desequilibrio en los ritmos circadianos internos, lo que aumenta el riesgo de desarrollar ECV.
El cronotipo se puede valorar mediante herramientas diseñadas para identificar el momento preferido o real de las actividades, como el sueño. Según un estudio que citan los autores de esta revisión, los cronotipos vespertinos estarían relaciondos con una mayor prevalencia de varias ECV y metabólicas, incluida un riesgo superior de desarrollar diabetes, síndrome metabólico y ECV.
El tiempo y la variabilidad del sueño
Los patrones de sueño y de vigilia pueden influir en la sincronización de nuestro reloj central, particularmente a través de alteraciones en la exposición a la luz, que se reduce cuando las personas duermen. El tiempo y la regularidad del sueño, están relacionados con las características descritas anteriormente, como el trabajo por turnos y el cronotipo. Los patrones de sueño irregulares, podrían causar una interrupción circadiana debido a la incapacidad de los relojes biológicos para sincronizarse con precisión con el ciclo de luz y oscuridad debido a señales contradictorias (por ejemplo, por la noche estar con pantallas).
Horario de comidas
La crononutrición es el estudio de la interacción entre el ritmo circadiano del cuerpo y los nutrientes, en relación con la salud humana. La comida sirve como sincronizador de nuestros relojes periféricos. Por lo tanto, el horario de las ingestas puede afectar los ritmos circadianos en los órganos. Desayunar frecuentemente, se ha asociado con una disminución del riesgo de desarrollar trastornos metabólicos. Las personas que no realizan esta ingesta, presentan más probabilidades de tener un IMC más alto y un mayor riesgo de desarrollar ECV. Comer tarde por la noche, puede ser perjudicial para la salud metabólica y se ha asociado con un aumento de la grasa corporal, lo que puede provocar enfermedades metabólicas como diabetes, obesidad y ECV. Comer tarde, puede incrementar el riesgo de desequilibrios de los relojes central y periférico. Los autores de esta revisión han mencionado un estudio, en el que se observa que la alimentación restringida en el tiempo temprana, es decir, cuando el intervalo de alimentación comienza más temprano en el día, tiene algunos beneficios para la salud, mientras que una ingesta posterior se ha asociado con un incremento del riesgo de desarrollar factores de riesgo de ECV.
Además, los factores endocrinos pueden alcanzar el punto máximo en humanos dependiendo de las oscilaciones de la hora del día. Por ejemplo, la grelina es una hormona que aumenta el apetito y alcanza su punto máximo en tres momentos del día, es decir, 8 a.m., 1 p.m. y 6 p.m. Además, se produce un pico de la hormona leptina por la noche (7 p.m), que es responsable de la disminución del apetito. Por lo tanto, consumir comidas durante la fase activa, cuando muchas hormonas alcanzan su punto máximo, podría ser óptimo para la salud.
Conclusión
Los ritmos circadianos son esenciales para regular los procesos fisiológicos del cuerpo humano. Los factores de los estilos de vida y ambientales pueden conducir a la interrupción del ritmo circadiano. Por lo tanto, el desequilibrio crónico del ritmo circadiano debido a factores como el trabajo en turnos nocturnos, el horario de sueño tardío o irregular o los patrones de las comidas, podrían contribuir a incrementar el riesgo de algunas enfermedades crónicas.
Enlace a la referencia
Para conocer más detalles sobre esta temática, puede consultar la publicación que realizaron los autores a texto completo en el siguiente enlace:
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/oby.23666