Se ha publicado recientemente en la revista Cell Metabolism, una investigación original sobre la alimentación isocalórica tardía y cómo aumenta el hambre, disminuye el gasto energético y modifica las vías metabólicas en adultos con sobrepeso y obesidad.
A continuación, os mostramos un resumen de esta investigación que han desarrollado estos autores. La autoría original de este manuscrito corresponde a Nina Vujović, Matthew J Piron, Jingyi Qian, Sarah L Chellappa, Arlet Nedeltcheva, David Barr, Su Wei Heng, Kayla Kerlin, Suhina Srivastav, Wei Wang, Brent Shoji, Marta Garaulet, Matthew J Brady y Frank A J L Scheer.
Para comenzar
Las intervenciones conductuales para el tratamiento de la obesidad se han centrado en disminuir la ingesta de energía en la dieta o en aumentar el gasto energético mediante la práctica de actividad física (AF). Estas intervenciones suelen ser eficaces a corto plazo, ya que más allá de la dieta y la realización de AF existen numerosos factores complejos que influyen en el equilibrio energético y contribuyen a incrementar la obesidad. Uno de estos factores es el sistema circadiano, que está relacionado con el metabolismo energético. La influencia del sistema circadiano y su interacción con los horarios de las ingestas ha demostrado presentar importantes consecuencias desde el punto de vista fisiológico y molecular. Numerosas investigaciones han propuesto que el horario de las comidas es un factor que puede alterar el equilibrio energético y actuar como un factor de riesgo para la obesidad.
Por todo ello, comer tarde se ha relacionado con el riesgo de obesidad. Sin embargo, no está claro si esto se debe a cambios en el hambre y el apetito, al gasto energético, o ambos, y si están implicadas las vías moleculares en los tejidos adiposos.
El objetivo de este estudio
Los autores de esta investigación realizaron un ensayo aleatorizado, controlado y cruzado (con el número en ClinicalTrials.gov de NCT02298790) para determinar los efectos de comer tarde o temprano, controlando de forma muy estricta la ingesta de nutrientes, la actividad física, el sueño y la exposición a la luz.
Principales resultados
Los investigadores de este estudio encontraron que comer tarde incrementaba el hambre (valor p < 0,0001) y se modificaban las hormonas reguladoras del apetito, incrementando la relación grelina:leptina en 24 horas (valor p < 0,0001 y valor p = 0,006, respectivamente). Comer tarde redujo el gasto energético durante la vigilia (valor p = 0,002) y la temperatura corporal central a las 24 horas (valor p = 0,019). En el análisis de la expresión génica del tejido adiposo se observó que la ingesta tardía de alimentos modificaba las vías implicadas en el metabolismo de los lípidos, por ejemplo, la señalización p38 MAPK, la señalización del TGF-b, la modulación de los receptores tirosina quinasa y la autofagia, en una dirección consistente con la disminución de la lipólisis y el aumento de la adipogénesis. Estos resultados han mostrado los mecanismos convergentes por los que comer tarde puede dar lugar a un balance energético positivo y a un mayor riesgo de desarrollar obesidad.
Para profundizar
Los resultados de estos autores han permitido demostrar que la alimentación tardía alteró de forma sistemática las funciones fisiológicas y los procesos biológicos implicados en la regulación de la ingesta, el gasto y el almacenamiento de energía, cada uno de estos tres en una dirección que favorece el aumento de peso. Comer tarde provocó un aumento del hambre y un incremento en la relación entre las concentraciones de grelina y leptina, aunque la ingesta nutricional de 24 horas se mantuvo igual. Comer tarde también provocó una disminución del gasto energético a lo largo de la vigilia, combinada con una disminución de la temperatura corporal a lo largo de todo el ciclo de sueño-vigilia de 24 horas. En un subconjunto de participantes en los que se realizó una biopsia, se observó que la alimentación tardía afectaba a las vías moleculares lo que suponía un incremento de la expansión del tejido adiposo mediante la adipogénesis y la inhibición de la lipólisis.
Según los autores de este artículo, estos resultados presentan una imagen completa del control del equilibrio energético, indicando que comer tarde (controlando cuidadosamente la ingesta calórica y otros factores conductuales y ambientales) tiene como consecuencia cambios fisiológicos y moleculares que favorecen un balance energético positivo.
Aspectos destacados
A continuación, los autores indican los cuatro puntos más importantes de esta investigación:
- Comer tarde aumenta el hambre durante la vigilia y disminuye la leptina sérica a las 24 horas.
- Comer tarde disminuye el gasto energético durante la vigilia y la temperatura corporal de 24 horas.
- Comer tarde altera la expresión génica del tejido adiposo favoreciendo un mayor almacenamiento de lípidos.
- Estos cambios de forma conjunta al comer tarde pueden aumentar el riesgo de obesidad en humanos.
Conclusión
En este ensayo aleatorizado cruzado en el que se controló de forma muy estricta la ingesta de nutrientes, la actividad física y el sueño, los autores encontraron que comer tarde aumentaba el hambre, modificaba las hormonas reguladoras del apetito, disminuía el gasto energético diurno, y alteraba la expresión de los genes adiposos, lo que provocaría un aumento de la adipogénesis y una disminución de la lipólisis.
Enlace a la referencia
Para conocer más detalles sobre esta temática, puede consultar la publicación que realizaron los autores a texto completo en el siguiente enlace: