Recientemente se ha publicado en the Lancet, las recomendaciones sobre la práctica de actividad física, una actualización en el 2020 sobre las principales directrices para la población.
Para comenzar
Las nuevas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2020 sobre la práctica de actividad física y los comportamientos sedentarios proporcionan recomendaciones sobre la cantidad y los tipos de actividad física para diferentes grupos de edad, mujeres embarazadas y en el posparto y personas que padecen enfermedades crónicas o algún tipo de discapacidad.
Las recomendaciones de la OMS para 2020 se basan en una base importante de las principales evidencias científicas ampliadas respecto a las anteriores recomendaciones de 2010, e incluyen algunos avances destacables. En este documento se expone la evidencia científica para obtener beneficios adicionales para la salud, entre los que son destacables, la mejora de la salud cognitiva, la calidad de vida relacionada con la salud, la salud mental y el sueño. Todas estas condiciones se detallan en mayor medida en este documento, de una forma más profunda de lo que se incluyó en las recomendaciones de la OMS de 2010. Además, se detalla, alguna información adicional respecto a la actividad física y el cáncer, alteraciones cardiorrespiratorias, metabólicas, musculoesqueléticas y la salud funcional.
Pautas específicas para poblaciones específicas
El desarrollo de esta recomendaciones refleja la evolución de la investigación sobre la actividad física y la incorporación de la definición de la salud de la OMS salud un estado de completa salud física, mental y bienestar social. Las recomendaciones de la OMS para 2020, por primera vez a nivel mundial, proporcionan directrices para el embarazo y el posparto y para las personas que padecen enfermedades crónicas o algún tipo de discapacidad, mostrando la creciente especificidad y relevancia que han adquirido las pautas de actividad física para diferentes poblaciones.
Estas recomendaciones han modificado directrices sobre cómo la actividad física aeróbica debe ser acumulada. Por consiguiente, el requisito anterior el cual hacía referencia a un mínimo de 10 minutos de actividad continua ha sido abandonado y el que indicaba que algo de actividad física era mejor que nada. Las recomendaciones de la OMS para 2020 establecen directrices generales para reducir el tiempo de algunos hábitos relacionados con los comportamientos sedentarios, que está en consonancia con el interés creciente en la salud de disminuir los efectos de los comportamientos sedentarios.
La importancia de trasladar el conocimiento científico a la práctica diaria
Las recomendaciones son una forma importante de llevar la ciencia de la investigación a los individuos de forma práctica e individualizada. Esta aplicación debe de ser promovida por los responsables de las políticas y de la salud, para que pueda ser tenida en cuenta por los profesionales no sanitarios y el público, en general. Las actualizaciones de las recomendaciones existentes sobre la práctica de la actividad física deberían influir en el establecimiento de las prioridades, la toma de decisiones y la sensibilización de los comportamientos a toda la comunidad. Se debe prestar un especial énfasis en practicar cualquier cantidad de actividad física, teniendo como objetivo concienciar a las personas inactivas para que realicen actividad física, incluso cuando el objetivo recomendado (75-150 minutos por semana de actividad física vigorosa o intensa o 150-300 minutos, por semana de actividad física moderada) sea un objetivo complicado de alcanzar.
El mensaje que se ha puesto de manifiesto en este documento es particularmente relevante, durante toda la pandemia por la COVID-19, debido a los cierres de muchas actividades y del distanciamiento físico. Estos dos factores han provocado que en la actualidad existan barreras adicionales para alcanzar los objetivos de la práctica de actividad física. Además, se han propuesto recomendaciones específicas para grupos de poblaciones concretos que fomentan la inclusión social al comprometerse con algunos individuos que no suelen ser considerados en muchas de las recomendaciones anteriores. Un ejemplo destacable de esta situación, son los individuos que presentan algún tipo de discapacidad. Las recomendaciones para reducir el sedentarismo podrían fomentar el desarrollo de nuevas estrategias de la práctica de actividad física, en especialmente, en personas sedentarias.
Los desafíos del presente futuro
Las recomendaciones de salud pública por sí solas no conducen a modificaciones importantes en la salud de las poblaciones. Para alcanzar el objetivo mundial de la OMS de reducir la inactividad física en un 15 % para el año 2030, el desarrollo de las recomendaciones debe ser fomentado con políticas de compromiso a largo plazo y debe de ir emparejado con un compromiso coordinado y estrategias sostenidas de difusión y comunicación entre los sectores de la sociedad. La OMS alienta a los gobiernos a considerar los contextos sociales y culturales nacionales, mientras que la adopción de las recomendaciones mundiales sobre actividad física ofrece unas oportunidades muy valiosas para que los gobiernos incorporen estrategias de comunicación, difusión, así como la puesta en práctica de recomendaciones nacionales.
Algunas cuestiones claves
Las preguntas que se deben considerar cómo principales para tener la capacidad de mejorar la salud de las poblaciones incluyen quién se debe comprometer, qué mensaje se debe comunicar y cuándo y dónde y cómo se deben comunicar los mensajes. Además, estas recomendaciones deben utilizarse para potencial los recursos de inversión a largo plazo, la elaboración de políticas y los compromisos políticos para reducir la inactividad física. Los investigadores y los profesionales deben trabajar con los responsables en la toma de decisiones y todos los sectores involucrados para mejorar y agilizar los cambios.
Los resúmenes de las recomendaciones y de las infografías adaptadas se deben de difundir a través de estrategias de salud pública y de las asociaciones médicas para apoyar y potenciar a los profesionales en el asesoramiento y en la educación de los pacientes. La asociación con sectores no sanitarios, como el transporte, la planificación, la educación y los servicios comunitarios, pueden impulsar cambios en la legislación, las políticas, los entornos y la práctica para facilitar a toda la sociedad una vida activa.
Conclusión
La reducción de la inactividad física es un desafío enorme para la sociedad y para la comunidad científica. El compromiso y la inversión se deben realizar de forma sostenida, así como promover el desarrollo de planes eficaces de comunicación y de difusión y de carácter intersectorial. La coordinación y la colaboración son cruciales para que la población tenga una vida activa.
Enlace a la referencia
Para acceder al artículo completo y obtener más información, puede consultar el siguiente enlace:
https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)32229-7/fulltext