Con motivo del día Mundial del Alzheimer, hoy día 21 de septiembre, desde la FINUT os ofrecemos esta noticia que es un resumen de una de las revisiones más actuales sobre la enfermedad de Alzheimer (EA).
Recientemente se ha publicado en la revista Frontiers in Neuroscience, un artículo de revisión sobre la influencia de la nutrición en la EA en relación con la neuroinflamación y el microbioma.
Para comenzar
La enfermedad de Alzheimer (EA) es un trastorno neurodegenerativo primario y progresivo. Desde hace numerosas décadas, se han investigado numerosos factores de riesgo que podrían incrementar el riesgo de desarrollar EA. Entre ellos, uno de los más importantes y modificables es la nutrición. Aunque se ha demostrado que la nutrición desempeña un papel en la EA, los mecanismos precisos a través de los cuales la nutrición ejerce su influencia siguen sin estar claramente definidos.
Objetivo de esta investigación
El objetivo de este artículo es abordar esta cuestión dilucidando algunos de los mecanismos a través de los cuales la nutrición podría interactuar con la EA.
Metodología y principales resultados
El trabajo de estos autores se trata de una revisión bibliográfica realizada de forma sistemática y cualitativa de la literatura actual. Para ello, los autores utilizaron varias bases de datos: Medline vía PubMed, Web of Science y Google Scholar.
La evidencia recopilada por estos autores comprende 31 artículos seleccionados tras un proceso de búsqueda sistemática. Según los resultados de la evidencia encontrada, los pacientes que padecen EA presentan un microbioma característico que promueve cambios en la microglía, lo que podría conducir a un estado proinflamatorio. Existen numerosas similitudes entre la EA y las enfermedades priónicas, tanto en los síntomas como en los mecanismos moleculares de la patogénesis. Los cambios en la composición del microbioma intestinal debidos a los hábitos dietéticos podrían ser uno de los factores ambientales y a la vez modificables, que afectarían al desarrollo de la EA. Sin embargo, este factor forma parte de un conjunto más amplio de factores relacionados con numerosos componentes dietéticos y factores de los estilos de vida. Del mismo modo, el mecanismo de autopropagación del beta-amiloide observado en la EA es similar al de los priones.
Para profundizar
La microbiota de los pacientes que padecen EA presenta una composición característica y esta circunstancia se relaciona con la formación de péptidos beta-amiloides, con el aumento de la actividad proinflamatoria sistemática y con el posterior deterioro mental. Además, la disbiosis de la microbiota provoca cambios en los niveles de GABA que contribuyen al déficit funcional de forma específica en el cerebro de los sujetos que presentan EA. Las dietas bajas en ácidos grasos poliinsaturados tipo omega-3 y en antioxidantes, proporcionan una menor resistencia a la neurotoxicidad. Por otra parte, un consumo alto de azúcares y de grasas saturadas, provocaría una inflamación sistemática que afectaría al sistema nervioso central debido a las modificaciones que se producirían en la composición de la microbiota en los pacientes con EA. Los cambios en la composición de la microbiota en el intestino como resultado de los diferentes hábitos dietéticos, son probablemente uno de los factores ambientales que influyen de forma más importante en el desarrollo de la EA.
Una característica fundamental de la EA es la presencia de cúmulos de beta-amiloide en el cerebro que se forman como resultado de proteínas beta-amiloides autopropagadas y que se pliegan de una forma anómala. Estas proteínas mal plegadas son de naturaleza patológica y notablemente similares a los priones, presentando un mecanismo de propagación molecular casi idéntico. Aunque la mutación espontánea es la hipótesis más aceptada para la aparición de la EA, la teoría de los priones debería considerarse como una posible causa de esta enfermedad.
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Conclusión
Según los autores de esta revisión, la principal conclusión de este trabajo es que la etiopatogenia de la EA se asocia a factores dietéticos, ya que una ingesta excesiva de grasas saturadas o una deficiencia de vitamina E, entre otros componentes, influyen en esta enfermedad. Estos factores dietéticos podrían favorecer o prevenir la degeneración de las células nerviosas. La dieta es un factor relevante en el funcionamiento cognitivo en general y en la EA en particular, pudiendo retrasar o reducir los síntomas de los pacientes.
Enlace a la referencia
Para acceder al artículo a texto completo y obtener más información detallada, puede entrar en el siguiente enlace:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC8417586/