Recientemente se ha publicado en la revista Nutrición Hospitalaria, un artículo realizado por expertos y liderado por personal de la Universidad de Granada, sobre las controversias actuales en relación con el papel crítico de los ácidos grasos polinsaturados de cadena larga (AGPI-CL), en concretos los ácidos araquidónico (ARA) y docosahexaenoico (DHA), en el lactante.
Para comenzar
Los AGPI-CL son fundamentales para el crecimiento y el desarrollo infantil, en particular los ácidos ARA (C20:4n-6) y el DHA (C22:6n-3). El ARA y el DHA son componentes de los fosfolípidos de las membranas celulares y desempeñan importantes funciones en la división, la diferenciación y la señalización celular, siendo el DHA el ácido graso de la serie n-3 predominante en el cerebro y en la retina en desarrollo.
La importancia de estos ácidos grasos
Durante el tercer trimestre de la gestación, los AGPI-CL incrementan de forma muy importante en la circulación fetal, observándose un proceso que se denomina biomagnificación en el cerebro fetal. Este tipo de ácidos grasos son precursores de los eicosanoides y metabolitos implicados en la modulación de la intensidad y en la duración de la respuesta inmunitaria. La síntesis de AGPI-CL implica un complejo proceso de desaturación y elongación desde los precursores principales, el ácido linoleico (LA, 18:3 n-6) de la serie n-6 y el ácido α-linolénico (LNA, 20:3 n-3) de la serie n-3, por los cuales compiten las enzimas desaturasas (FADS) y elongasas (ELOVL).
Según los autores de este manuscrito, es importante señalar que, en los primeros meses de vida, como consecuencia de la baja actividad enzimática, la síntesis de AGPI-CL a partir de LA y LNA es reducida, en particular en los niños con variaciones en los genes que codifican las FADS y ELOVL. Por consiguiente, estos sujetos son incapaces de cubrir por sí mismos sus necesidades de DHA y ARA. En los homocigotos para el haplotipo A de las FADS (97 % de la población latinoamericana) se han observado niveles de DHA y de ARA de tan solo un 24 % y un 43 %, respectivamente, inferiores a los de los individuos con haplotipo D (más frecuente en Europa, África y Asia).
Para profundizar
La leche humana constituye la única fuente de LA, LNA, ARA y DHA para los bebés que acaban de nacer y los niños hasta la introducción de la alimentación complementaria. Los niños alimentados con fórmulas infantiles necesitan aportar las cantidades de LA, LNA, ARA y DHA suficientes para cumplir con los requerimientos nutricionales. La nueva normativa de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (European Food Safety Authority, EFSA) indicó que las fórmulas infantiles de inicio y continuación deben contener entre 20 y 50 mg de DHA por cada 100 kcal (lo que se traduce en un 0,5-1 % del total de ácidos grasos: más elevado que en la leche humana y en la mayoría de las fórmulas infantiles comercializadas) sin la necesidad de incluir también ARA.
Esta nueva regulación de la normativa, en vigor desde febrero de 2020, ha despertado una gran controversia, debido a que no existen evidencias respecto a su pertinencia y seguridad para los niños sanos. Diferentes grupos de expertos internacionales han revisado la investigación publicada acerca de estos dos tipos de ácidos grasos y han discutido diferentes cuestiones novedosas a partir de esta nueva directiva europea.
El grupo de expertos que ha realizado este artículo científico, liderado desde la Universidad de Granada (España), recomienda la adición de ARA en concentraciones iguales o mayores que las de DHA, alcanzando al menos el contenido presente en la leche humana. Estas cantidades son 0,3 % del total de ácidos grasos, aunque preferiblemente un 0,5 % y hasta un 0,64 % del total de AG. Estas recomendaciones podrían estar vigentes hasta que nuevos estudios confirmen la ingesta óptima de ARA y DHA durante las diferentes etapas del desarrollo. Esta recomendación podría ser de especial importancia para los niños portadores del haplotipo A de las FADS.
La interacción gen-dieta de la nueva recomendación de la EFSA para las fórmulas infantiles, que conlleva un aporte descompensado de AGPI-CL de las series n-6 y n-3, puede tener efectos desconocidos a largo plazo sobre el crecimiento, el neurodesarrollo y el desarrollo del sistema inmunitario de los niños sanos, especialmente en aquellos portadores del haplotipo A del gen FADS.
Conclusión
El grupo de expertos liderado desde España recomienda la adición de ARA a las fórmulas para lactantes en concentraciones iguales o mayores a las de DHA, alcanzando al menos el contenido presente en la leche humana (0,3 % del total de AG), aunque preferiblemente un 0,5 % y hasta un máximo de alrededor del 0,64 % del total de AG, hasta que nuevos estudios confirmen la ingesta óptima de DHA y ARA durante las distintas etapas del desarrollo.
Enlace a la referencia
Para acceder al documento completo y obtener más información, puede entrar en el siguiente enlace:
https://www.nutricionhospitalaria.org/articles/03707/show#!