Recientemente, se ha publicado en ensayo clínico aleatorizado (ECA) en la revista JAMA Intern Med sobre el efecto de la prolongación del sueño en la ingesta energética evaluada de forma objetiva en población de los adultos con sobrepeso en el contexto de la vida real.
A continuación, os mostramos un resumen del artículo de estos autores y algunas de las partes más interesantes. La autoría del artículo original corresponde a Esra Tasali, Kristen Wroblewski, Eva Kahn, Jennifer Kilkus y Dale A. Schoeller.
El objetivo de esta investigación
Una duración corta del sueño es un factor de riesgo para desarrollar obesidad. Se desconoce si la extensión de la duración del sueño puede disminuir el riesgo de padecer esta enfermedad. El objetivo de este artículo ha sido determinar los efectos de una intervención de prolongación del sueño evaluada de forma objetiva en la ingesta de energía, el gasto energético y el peso corporal en la vida real entre adultos con sobrepeso que habitualmente presentan una duración del sueño disminuida.
Algunas cuestiones metodológicas importantes
Este ECA se realizó en un centro desde el 1 de noviembre de 2014 hasta el 30 de octubre de 2020. Los participantes fueron adultos de entre 21 y 40 años con un índice de masa corporal entre 25,0 y 29,9 y con una duración habitual del sueño inferior a 6,5 horas por noche. Los datos se analizaron según el principio de intención de tratar. El análisis por intención de tratar consiste en incluir en el análisis a todos los pacientes en los grupos en los que fueron asignados de forma aleatoria, independientemente de que cumplieran o no o del tratamiento que realmente recibieran e independientemente de que abandonaran el tratamiento o se desviaran del protocolo. El registro de ensayo en ClinicalTrials.gov fue NCT02253368.
Respecto a la intervención, después de un período de sueño habitual de 2 semanas en relación con la situación basal, los participantes fueron al azar a una sesión de asesoramiento individualizado sobre la higiene del sueño que pretendía extender la hora de acostarse a 8,5 horas (grupo de prolongación del sueño) o continuar con su sueño habitual (grupo de control). A todos los participantes se les indicó que continuaran con las actividades rutinarias diarias en casa, no tenían prescrita ninguna dieta, ni se les modificaba la actividad física.
El resultado principal que fue considerado en este estudio fue el cambio en la ingesta de energía desde la referencia, que se evaluó de forma objetiva como la suma del gasto energético total y el cambio en las reservas de energía del cuerpo. El gasto energético total se midió con el método del agua doblemente marcada. Este método tiene una exactitud relativa del 1% y una precisión intrasujeto del 5 al 8%. Los errores del método deben evaluarse en los grupos de edad y los entornos en los que se aplica. El cambio en las reservas de energía corporal se calculó mediante la regresión de los pesos diarios en casa y los cambios en la composición corporal a partir de la absorciometría de rayos X de doble energía (DEXA). Esta técnica es el método por excelencia en la actualidad, ya que se trata de un procedimiento rápido, fiable y con escasa radiación. La duración del sueño se controló mediante actigrafía. Se compararon los cambios respecto a los niveles basales entre los dos grupos mediante un análisis por intención de tratar.
Principales resultados
Se analizaron los datos de 80 participantes aleatorizados cuya edad media (desviación estándar, DE) fue de 29,8 (5,1) años, de los cuales 41 fueron hombres (un 51,3%). La duración del sueño aumentó aproximadamente 1,2 horas por noche (IC 95%, 1,0 – 1,4 horas; valor p < 0,001) en el grupo de prolongación del sueño frente al grupo de control. El grupo de prolongación del sueño presentó una disminución significativa de la ingesta de energía en comparación con el grupo control (-270 kcal al día; IC 95%, -393 a -147 kcal al día; valor p < 0,001). El cambio en la duración del sueño estaba inversamente correlacionado con el cambio en la ingesta de energía (r = -0,41; IC del 95%, -0,59 a -0,20; valor p <0,001). No se encontró ningún efecto significativo del tratamiento en el gasto energético total, lo que supuso una reducción de peso en el grupo de extensión del sueño frente al grupo de control.
Conclusión
Este ECA encontró que la prolongación del sueño redujo la ingesta de energía y dio lugar a un balance energético negativo en entornos de la vida real entre adultos con sobrepeso que habitualmente presentaban una duración del sueño reducida. Mejorar y mantener una duración del sueño saludable durante períodos más largos, podría formar parte de los programas de prevención de la obesidad y de la pérdida de peso.
Enlace a la referencia
Para conocer más detalles sobre esta temática, puede consultar la publicación que realizaron los autores a texto completo en el siguiente enlace:
https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/2788694