Recientemente se ha publicado en la revista Journal of the American Medical Association, JAMA un artículo sobre las asociaciones entre el consumo de pescado, el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) y mortalidad entre individuos que padecen o no estas enfermedades con datos procedentes de 58 países.
Para comenzar
A pesar de que esta temática, ha sido enormemente estudiado a lo largo de varias décadas, la importancia fundamental de este tipo de investigaciones reside en que los estudios de cohortes informan de numerosas asociaciones inconsistentes. Estas asociaciones se han establecido entre el consumo de pescado, fuente fundamental de ácidos grasos de cadena larga ω-3, y el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) y con la mortalidad global. Una de las líneas de investigación que merece la pena destacar es que desconoce si las asociaciones varían entre las personas con y sin ECV.
Debido a que el aumento de la ingesta de pescado puede mejorar los niveles de lípidos en sangre, especialmente entre los individuos con alto riesgo de desarrollar alguna de estas condiciones, los autores de esta investigación plantearon esta hipótesis. Por consiguiente, según estos investigadores podrían existir diferencias en la asociación entre el consumo de estos alimentos y las ECV y la mortalidad en los individuos con ECV en comparación con los que no padecen enfermedades vasculares.
El objetivo de esta investigación
En el presente estudio se ha analizado un conjunto de 191.558 personas (51.731 con ECV y 139.827 individuos sanos) procedentes de 58 países que habían sido incluidos como participantes en 4 grandes estudios prospectivos. El objetivo de esta investigación ha sido examinar si las asociaciones del consumo de pescado con el riesgo de ECV o de mortalidad difieren entre individuos con y sin ECV.
Principales cuestiones metodológicas importantes
Este análisis incluyó a 191.558 individuos de 4 estudios de cohorte-147.645 individuos (139.827 sin ECV y 7818 con ECV) de 21 países en el estudio Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE) y 43.413 pacientes con ECV en 3 estudios prospectivos de 40 países.
Los Harzard Ratio, HR ajustados se calcularon mediante una regresión de Cox multinivel por separado dentro de cada estudio y luego se agruparon mediante un meta-análisis de efectos aleatorios. Este análisis se realizó de enero a junio de 2020. La exposición estudiada fue el consumo de pescado que fue estimado mediante cuestionarios de frecuencia de alimentos validados. Es destacable que, en 1 de las cohortes con ECV se utilizó un cuestionario cualitativo de frecuencia de alimentos separado que se utilizó para estimar la ingesta de los diferentes tipos de de pescado.
Algunos resultados y medidas
En esta investigación, se estudiaron la mortalidad y los principales eventos relacionados con la ECV (incluidos infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, insuficiencias cardíacas congestivas o muertes súbitas). En estos análisis de 4 estudios de cohorte prospectivos internacionales con 15.390 episodios de ECV graves y 15.712 muertes, se estudiaron las principales asociaciones entre las 191.558 personas de 58 países pertenecientes a los 6 continentes.
En este estudio se ha observado una heterogeneidad significativa en la asociación entre la ingesta de pescado y los eventos de ECV mayores según los antecedentes de ECV. Se pudo observar un menor riesgo de ECV grave, de mortalidad total y de su combinación con un consumo de pescado de al menos 175 g/semana (aproximadamente 2 raciones) entre los individuos de alto riesgo o los pacientes con ECV, pero no en la población general sin enfermedades vasculares.
Se encontraron resultados similares para la muerte súbita con asociaciones protectoras significativas entre los pacientes con ECV, pero neutral en el caso de la población general estas enfermedades. Según los datos disponibles sobre los tipos de pescado, sugieren que el pescado azul pero no otros tipos de pescado, se ha asociado con mayores beneficios.
Para profundizar
Las recomendaciones dietéticas actuales suelen fomentar el consumo de una variedad importante de pescados, preferentemente pescados grasos (salmón, sardinas, atún y caballa), al menos dos veces a la semana para la prevención de la ECV. En algunos estudios, se ha demostrado que una dosis elevada de aceite de pescado reduce los niveles de triglicéridos en personas con hipertrigliceridemia grave. Además, los ensayos a corto plazo han demostrado que 2 porciones de pescado graso por semana (aproximadamente 112 g) disminuían los niveles de triglicéridos en un 11,4%, pero también incrementaban de forma ligera los niveles de LDL en comparación con de la dieta de control.
Los resultados de estos autores coinciden con estas evidencias, tanto entre las personas con y sin ECV (disminución del 8% en el nivel de triglicéridos con la ingesta de aproximadamente 2 raciones de pescado a la semana, pero con un nivel de LDL ligeramente superior). El aumento de LDL asociado con el consumo de pescado podría no indicar un riesgo mayor de ECV debido a que este riesgo puede verse compensado por los efectos positivos sobre las lipoproteínas. También, se han encontrado hallazgos importantes en relación a niveles superiores de glucosa en sangre asociados a una ingesta mayor de pescado en datos de ensayos en pacientes con diabetes. Sin embargo, otros ensayos sobre el consumo de pescado o de aceite de pescado, han sido neutrales en cuanto a esta variable
Los estudios de cohortes sobre el consumo de pescado y la diabetes han mostrado resultados controvertidos. Los métodos de cocción, los niveles de mercurio y la presencia de bifenilos policlorados u otros contaminantes ambientales en el pescado, son factores potencialmente asociados a los diferentes resultados de los estudios. Sin embargo, según indican los propios autores de esta investigación, es necesario seguir investigando en esta área. Dado que existe riesgo de ECV y numerosos factores protectores y perjudiciales, y que algunos pescados pueden contener contaminantes, el estudio de la asociación de la ingesta de pescado con estos eventos cardiovasculares, es esencial para sugerir recomendaciones en las poblaciones.
Conclusión
En esta investigación se ha encontrado que una ingesta mínima de pescado de 175 g (aproximadamente 2 raciones) a la semana se ha asociado con un riesgo menor de eventos relacionados con las enfermedades cardiovasculares mayores y con la de mortalidad total. Estos resultados se han observado entre los individuos de alto riesgo o pacientes con enfermedades cardiovasculares, pero no en la población general.
Enlace a la referencia
Para acceder al documento completo y obtener información más detallada puede entrar en el siguiente enlace:
https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/article-abstract/2777338