Recientemente se ha publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition, un artículo sobre la asociación entre el consumo de carne y el riesgo de demencia incidente, mediante los datos de un estudio de cohortes en casi medio millón de participantes. Estos sujetos pertenecían al biobanco del Reino Unido.
Para comenzar
La prevalencia de la demencia está aumentando en todo el mundo y la dieta es un factor protector modificable que desempeña un papel importante. El consumo de carne se ha asociado en estudios transversales con el riesgo de demencia, pero las cantidades y los tipos específicos dentro de este grupo de alimentos, en relación con el riesgo de demencia incidente, siguen siendo aun poco conocidos.
El objetivo de esta investigación
El objetivo de esta investigación fue estudiar las asociaciones entre el consumo de carne y el riesgo de demencia incidente en la cohorte del Biobanco del Reino Unido.
Algunas cuestiones metodológicas
El consumo de carne se estimó mediante un cuestionario dietético breve en el momento del reclutamiento y en repetidas evaluaciones dietéticas mediante recuerdos de 24 horas. Por otra parte, se identificó la demencia incidente por todas las causas, que incluía la enfermedad de Alzheimer (EA) y la demencia vascular (DV), de forma electrónica con los registros hospitalarios y de mortalidad. Los cocientes de riesgo, Hazard Ratio (HR) para cada tipo de carne en relación con cada resultado de demencia, se estimaron mediante la utilización de modelos de regresión de riesgo proporcional de Cox. Se exploraron además las interacciones entre el consumo de carne y el alelo ε4 de la apolipoproteína E (APOE).
Algunos resultados importantes
Entre los 493.888 participantes incluidos, se identificaron 2896 casos incidentes de demencia por todas las causas, lo que correspondía a 1006 a casos de EA y 490 de DV, con un seguimiento medio de 8 años. Cada ingesta adicional de 25 g al día de carne procesada se asoció con un riesgo de demencia incidente mayor por todas las causas (HR = 1,44, IC 95%: 1,24 – 1,67; valor p tendencia < 0,001) y de EA (HR = 1,52, IC 95%: 1,18 – 1,96; valor p tendencia = 0,001). Por el contrario, un incremento de 50 g al día en la ingesta de carne roja no procesada se asoció con una reducción del riesgo de demencia por todas las causas (HR = 0,81, IC del 95%: 0,69 – 0,95; valor p tendencia = 0,011) y de EA (HR = 0,70, IC del 95%: 0,53 – 0,92; valor p tendencia = 0,009). La tendencia lineal no fue significativa para la carne de aves de corral no procesadas y la ingesta de carne total. En cuanto a las enfermedades venéreas incidentes, no se identificaron tendencias lineales estadísticamente significativas, aunque en el caso de la carne procesada, las categorías de consumo más altas se asociaron con un mayor riesgo. El alelo APOE ε4 incrementó el riesgo de demencia entre 3 y 6 veces, pero no modificó las asociaciones con la dieta de forma significativa. Por consiguiente, estos resultados destacan la importancia del consumo de carne procesada como un factor de riesgo potencial de demencia incidente, independiente del alelo APOE ε4.
Principales fortalezas de este estudio
Uno de los principales puntos fuertes de esta investigación, es que es un estudio prospectivo con un tamaño de muestra grande que ha podido garantizar una potencia estadística suficiente. Según los autores, este el primer estudio que estima el consumo de los diferentes tipos de carne específicos en relación con varios resultados de la demencia con una exploración adicional de las interacciones con el alelo APOE ε4. Otra fortaleza muy destacable de esta investigación fue la utilización de múltiples vínculos de datos para maximizar la captura de los resultados de demencia incidentes y la consideración de la posible causalidad inversa en los análisis.
Como indican los autores, esta investigación presenta varias limitaciones que es necesario conocer. En primer lugar, el cuestionario de frecuencia de consumo sólo consideró algunos alimentos consumidos comúnmente y no fue el método adecuado para evaluar la ingesta energía total o el consumo de nutrientes. Por otra parte, el sesgo sistemático de las medidas autoinformadas en el reclutamiento y las bajas respuestas a las evaluaciones dietéticas repetidas de los recuerdos 24 horas (menos de la mitad de los participantes), podrían limitar la generalidad de estos resultados.
En segundo lugar, el estudio de cohorte del Biobanco del Reino Unido no presenta un seguimiento largo (aproximadamente de 8 años). Esto limita la capacidad de poder distinguir entre la causalidad inversa y la causalidad asociada a los factores de riesgo de demencia, como se indica en otros estudios de cohortes. La utilización de algunos vínculos con los registros de salud electrónicos puede ser de alta especificidad, pero de baja sensibilidad. Además, no haber podido considerar los datos procedentes de atención primaria, podría haber provocado que los casos más leves de demencia no se hayan contabilizado.
Es destacable mencionar que el porcentaje de EA en relación con los casos de demencia por todas las causas fue bajo en este estudio (35%) en comparación con el informe de la Organización Mundial de la Salud (50 – 70%). Por consiguiente, sería posible que algunos casos no hayan sido clasificados clínicamente por tipo de demencia, lo que podría haber atenuado las asociaciones entre el consumo de carne y el riesgo de EA. El hecho de tomar las fechas de ingreso en el hospital y el registro de defunción como aproximación a las fechas de diagnóstico de la demencia incidente, podría haber dado lugar a errores de medición y algunos casos incidentes, podrían haber sido casos prevalentes diagnosticados antes del ingreso en el hospital.
Para estudios futuros sería necesario, considerar datos precisos de bases electrónicas de atención primaria para poder determinar los diagnósticos de demencia en investigaciones futuras de forma más precisa. Por consiguiente, deberían realizarse más investigaciones para poder confirmar estos resultados.
Conclusión
Según este estudio, el consumo de carne procesada puede aumentar el riesgo de demencia incidente, y la ingesta de carne roja no procesada, podría estar asociada con una disminución del riesgo (independientemente del alelo APOE ε4). Sería necesario proponer recomendaciones de salud pública más específicas sobre los tipos de carne. Esta investigación se suma al conjunto creciente de evidencias que relacionan el consumo de carne, especialmente de carne procesada, con un mayor riesgo de numerosas enfermedades crónicas.
Enlace a la referencia
Para acceder al documento completo y obtener más información, puede consultar el siguiente enlace:
https://academic.oup.com/ajcn/advance-article-abstract/doi/10.1093/ajcn/nqab028/6178922?redirectedFrom=fulltext