Recientemente, se ha publicado en Frontiers in Nutrition, un artículo sobre los componentes de la Dieta Mediterránea y el riesgo de COVID-19.
A continuación, os mostramos un resumen del artículo de estos autores y algunas de las partes más interesantes. La autoría del artículo original corresponde a Rafael Pérez-Araluce, Miguel Ángel Martínez-González, Alfredo Gea y Silvia Carlos.
Para comenzar
Desde el inicio de la pandemia por la enfermedad por la COVID-19 en diciembre de 2019 y hasta finales de octubre de 2021, se han notificado más de 245 millones de infecciones por el virus y cerca de 5 millones de muertes. Hay otros factores no relacionados con la higiene que pueden ayudar a reducir el riesgo de infección. Dado que existen algunas comorbilidades a largo plazo asociadas a la COVID-19, como son las enfermedades cardiovasculares (ECV), la diabetes de tipo 2, la hipertensión o la obesidad, la adhesión previa a un estilo de vida y una dieta saludable, podría reducir la vulnerabilidad de adquirir la infección. Un componente clave de un estilo de vida saludable es una dieta sana, que a su vez se asocia con una respuesta inmunitaria adecuada, así como con propiedades antiinflamatorias para reducir el riesgo de infecciones.
La medida de la adhesión al patrón dietético mediterráneo
La adhesión a la Dieta Mediterránea tradicional se ha evaluado en numerosos estudios epidemiológicos de forma habitual con la puntuación de la dieta mediterránea (MDS o Índice de Trichopolou), con valores de 0 o 1 asignados a cada uno de los nueve componentes y con el uso de la mediana específica según sexo como punto de corte. El valor de los sujetos cuyo consumo de los seis componentes beneficiosos (relación entre ácidos grasos monoinsaturados y saturados, hortalizas, legumbres, frutas y frutos secos, cereales y pescado) está en la mediana o por encima de ella, se asigna un valor de 1 punto. En caso contrario, estas personas reciben 0 puntos. En el caso de los componentes considerados como negativos (carnes y productos lácteos), a las personas cuyo consumo está por debajo de la mediana se les asigna un valor de 1. Se asigna un noveno punto adicional al consumo moderado de etanol. En este artículo, se evaluó el efecto de cada uno de los nueve componentes del índice MDS (sustituyendo la proporción de grasas por aceite de oliva, la principal fuente de grasas monoinsaturadas de la Dieta Mediterránea) sobre el riesgo de infección por COVID-19, sintomática y grave.
Principales resultados
De marzo a diciembre de 2020, 9699 participantes de la cohorte “Seguimiento Universidad de Navarra” (SUN) respondieron a un cuestionario de COVID-19. Tras excluir a los médicos y las enfermeras, se incluyeron 5194 participantes en los análisis estadísticos principales.
Los autores de esta investigación observaron 382 casos de COVID-19 basados en los síntomas y el diagnóstico clínico; 167 de ellos con confirmación de la prueba. En relación con las dos definiciones de COVID-19 utilizadas, se encontró una disminución significativa del riesgo para una mayor adhesión a la Dieta Mediterránea (OR = 0,64, IC del 95%: 0,42-0,98, p de tendencia = 0,040; y OR = 0,44, IC del 95%: 0,22-0,88, p de tendencia = 0,020, para los casos diagnosticados mediante pruebas). También se encontró un efecto protector para la COVID-19 sintomática (OR = 0,64, IC del 95%: 0,41-1,00, p de tendencia = 0,050). Entre los diferentes grupos de alimentos individuales, sólo el consumo de productos lácteos enteros mostró una asociación directa negativa. La Dieta Mediterránea en su conjunto parece más importante que cada uno de sus componentes de forma aislada en la prevención de la infección y los síntomas de COVID-19.
Para profundizar
La Dieta Mediterránea se ha caracterizado principalmente por tener propiedades antiinflamatorias, modulación de la microbiota intestinal y efecto inmunoprotector, que pueden proteger contra la COVID-19. Sin embargo, cuando se ha analizado el efecto sobre la incidencia de la COVID-19 para alimentos individuales, apenas se han encontrado asociaciones significativas.
Es necesario tener presente en este estudio, que los resultados se centran en los participantes no sanitarios. Se ha considerado que las características generales de esta población eran similares a las del personal no sanitario y que el personal sanitario tenía un riesgo adicional de contagiarse de COVID-19, especialmente en el momento del estudio. También hay que recordar que en este grupo se dio prioridad a las pruebas de diagnóstico. Este enfoque se ha tenido en cuenta para superar una de las principales limitaciones que indican los autores, que es no haber podido medir otras varias exposiciones de los participantes, según el rigor del cumplimiento de otras las medidas preventivas como mascarillas, distanciamiento físico, lavado de manos y ventilación.
Sobre patrones de dieta
La FINUT en colaboración con el INCAP realiza una formación especializada para conocer más sobre adhesión a patrones dietéticos e índices de calidad de la dieta. Si esta cuestión es de su interés, le recomendamos que consulte nuestro curso:
https://www.finut.org/cursos_online/parte-2-nueva-metodologia-para-la-investigacion-en-la-dieta-de-poblaciones/
Conclusión
El efecto del patrón dietético mediterráneo completo es más importante que el de sus grupos de alimentos de forma individual. Aunque los autores han encontrado una asociación inversa significativa entre los productos lácteos y la COVID-19, el efecto de la Dieta Mediterránea es la influencia combinada de todos sus componentes, pudiéndose potenciarse entre sí. Por consiguiente, la recomendación de un patrón global es mucho más eficaz que la de alimentos aislados.
Enlace a la referencia
Para conocer más detalles sobre esta temática, puede consultar la publicación que realizaron los autores a texto completo en el siguiente enlace:
https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnut.2021.805533/full