Se ha publicado recientemente un estudio en la revista The American Journal of Clinical Nutrition, sobre los efectos que puede tener comer tarde en relación con el riesgo cardiometabólico, algunos comportamientos obesogénicos y la pérdida de peso.
El objetivo de esta investigación
El objetivo de este estudio ha sido determinar si el comer tarde está asociado (de forma transversal) con la obesidad y factores de riesgo cardiometabólicos. También se estudió, si el comer tarde estaba asociado con la tasa de pérdida de peso y el éxito en el seguimiento de un protocolo de intervención para la pérdida de peso. Además, la investigación, se centró en identificar los comportamientos que promueven la obesidad y los principales obstáculos en la pérdida de peso asociados con comer tarde.
Algunas cuestiones metodológicas
Los participantes de este estudio fueron reclutados en un programa de pérdida de peso realizado en España. Al reclutarlos, el punto medio de la ingesta de la comida se determinó calculando el punto medio entre el desayuno y la cena. La composición de la dieta se estimó a partir de un recuerdo de dieta.
La mediana del punto medio de la ingesta de comida de esta muestra de población se utilizó para estratificar a los participantes en comedores tempranos (antes de las 14:54) y comedores tardíos (después de las 14:54). Los perfiles cardiometabólicos y hormonales de saciedad, se determinaron a partir de muestras de sangre en ayunas recogidas antes de la intervención. Durante el programa de intervención (casi 20 semanas), se evaluó la pérdida de peso semanal y las obstáculos encontrados. Para evaluar las diferencias entre los comedores tardíos y los comedores tempranos, desde el punto de vista estadístico, se utilizaron modelos de regresión lineal y logística para valorar factores cardiometabólicos, hormonas de saciedad, conductas obesogénicas y la pérdida de peso (controlando por numerosos factores como la edad, el sexo, el lugar de la clínica, el año de reclutamiento y el índice de masa corporal, IMC, de referencia).
Principales resultados encontrados
En este estudio, se inscribieron 3362 adultos (edad media: 41 años), siendo casi el 80 % mujeres y presentando un IMC de 31,05 kg/m2. A nivel basal, no se observaron diferencias en la ingesta energética total o en los niveles de actividad física entre los sujetos que comían temprano y los que comían tarde (valor p > 0,05). Antes de la intervención, los individuos que comían tarde presentaron un IMC más alto, concentraciones de triglicéridos superiores y una sensibilidad menor a la insulina, en comparación con los que comieron temprano (valores p <0,05). Además, los que comían tarde presentaron concentraciones superiores de leptina por la mañana (valor p = 0,001). De media, los comedores tardíos presentaron una pérdida de peso 80 g menor (comedores tempranos, 585 frente a 667 g/semana; comedores tardíos 505 frente a 467 g/semana; valor p = 0,008. En los sujetos que comían tarde, se observaron unas probabilidades mayores de encontrarse con obstáculos frente a la pérdida de peso, Odds Ratio = OR, intervalo de confianza, IC del 95% = 1,22 (1,03 -1,46), valor p = 0,025; y unas probabilidades menores de tener motivación para la pérdida de peso OR = 0,81 (0,66 – 0,99); valor p = 0,044, en comparación con los comedores tempranos.
Para profundizar en el tema
Los resultados encontrados en esta investigación han sido consistentes con los estudios en humanos que se han realizado anteriormente y en los que se ha demostrado que el retraso en el momento de la comida está asociado con obesidad, hiperglucemia, dislipidemia y alteraciones de la insulina. También se ha encontrado en este estudio, que las asociaciones entre comer tarde y las concentraciones de triglicéridos más altas y una sensibilidad menor a la insulina eran independientes de IMC. No han sido identificadas diferencias en la ingesta energética total y en varios componentes de la dieta y en la actividad física entre los comensales tardíos y los comedores tempranos, excepto por el consumo de bebidas y productos lácteos, proporcionando evidencias adicionales de los alimentos como un factor de riesgo independiente para la salud cardiometabólica.
La menor tasa de éxito en la pérdida de peso de 80 g por semana en los individuos que comen tarde en comparación con los que comen temprano, es comparable a ensayos previos más pequeños de pérdida de peso, incluyendo pacientes de cirugía bariátrica. Según exponen los autores, aunque la diferencia semanal puede parecer pequeña, explica aproximadamente 1,5 kg de diferencia en la pérdida de peso al final del programa de tratamiento. Otro resultado interesante, es que el retraso de una hora en el punto medio de la ingesta de alimentos se ha asociado con 50 g menos de pérdida de peso por semana. Por consiguiente, un retraso de 3 h en el punto de referencia de la ingesta de comida como resultado de un retraso en el desayuno y en la cena (es decir, de 07:00 a 10:00 el desayuno y de 20:00 a 23:00 la cena), podría contribuir a una diferencia de 150 g por semana.
Los individuos que comían tarde presentaban más comportamientos obesogénicos y otros obstáculos para perder peso. Dentro de los comportamientos obesogénicos, fue destacable que los individuos fueron propensos a comer en relación con el estrés por la noche mientras veían la televisión. El estrés es un factor de riesgo para el aumento de peso, debido a que cuando una persona se siente estresada, suele buscar gratificación en alimentos especialmente palatales.
En esta investigación, comer tarde se ha asociado con concentraciones mayores de leptina durante la mañana, lo que contribuye a una disminución del apetito por la mañana. Por lo tanto, las terapias de comportamiento deberían estar enfocadas en adelantar la hora de la cena y en aumentar el apetito a la mañana siguiente.
Consideraciones para tener en cuenta en investigaciones futuras
Los autores del artículo indican algunas limitaciones para tener en cuenta. En la investigación presente, la estimación de la ingesta se recordó a nivel basal y han podido presentan algunas inexactitudes. Este estudio presenta una característica particular y es que dicotomizaron a la muestra de población, para clasificarles en base al punto medio de la ingesta de alimentos. Este enfoque difiere de otros estudios que basaron su clasificación en la temporalidad de la distribución de la ingesta energética o en el tiempo que los sujetos consumían el 50 % de las calorías diarias.
Para realizar comparaciones en estudios futuros, es necesario establecer un consenso respecto al enfoque más adecuado y aplicable para cuantificar el momento de la alimentación. Por último, las variantes genéticas relevantes para las ingestas específicas no han sido tenidos en cuenta en los análisis y, por consiguiente, las investigaciones en el futuro deben estudiar el papel específico en la asociaciones entre alimentarse tarde y la obesidad.
Conclusión
Según los resultados de este estudio, la hora de la comida tardía estaba asociada con una eficacia menor de la intervención para la pérdida de peso. Este resultado apoya la idea de que adelantar la hora de la ingesta de la comida, podría servir como una estrategia novedosa para perder peso. La comprensión de las características y los comportamientos obesogénicos relacionados con comer tarde, pueden ser útiles en la desarrollo de futuras intervenciones de pérdida de peso individualizadas.
Enlace a la referencia
Para acceder al documento completo y obtener más información, puede consultar el siguiente enlace:
https://academic.oup.com/ajcn/article/113/1/154/5918527